El museo en 10 piezas

1. Bifaz de sílex

Las terrazas geológicas del río Genil y sus arroyos tributarios albergan importantes yacimientos paleolíticos, todavía poco estudiados. Este bifaz de sílex es un perfecto ejemplo de la tecnología de talla bifacial, conocida como Achelense o “Modo 2”, característica de los útiles de piedra empleados por los grupos de cazadores recolectores durante buena parte del Paleolítico Inferior (desde 500.000 años Antes del Presente) y del Paleolítico Medio (entre 130.000 y 40.000 años Antes del Presente).

Bifaz de sílex
Alabarda de cobre arsenicado

2. Alabarda de cobre arsenicado

Las alabardas son armas típicas de la Edad del Bronce Argárico (entre 2300 y 1500 a.C., aproximadamente), características en todo el sudeste peninsular de las tumbas de la élite guerrera. Sin embargo, esta pieza hallada en un paraje a orillas del Genil, junto a otra alabarda muy destacada del Ashmolean Museum de Oxford, también procedente de Écija, demuestra la extensión de la cultura argárica hasta el valle medio e inferior de este río, y por lo tanto en Andalucía Occidental.

Crédito foto: R. Risch

3. “Estela de guerrero” tartésica “Ecija II

Las estelas de guerrero, también llamadas estelas “tartésicas” o “del sudoeste” datan de un momento a caballo entre la Prehistoria (Edad del Bronce Final) y la Protohistoria, hacia los siglos VIII-VII a.C., y se caracterizan por representar esquemáticamente figuras individuales de guerreros con su panoplia de armas (escudos, espadas, arcos y flechas) y, a menudo, otros objetos de prestigio como espejos de bronce o peines.

El Museo de Écija posee tres estelas halladas en su extenso término municipal. En la llamada “Écija II”, procedente de la Atalaya de la Moranilla, se representa una figura humana tocada con un casco de cuernos y rodeada de un escudo redondo, espada, arco y espejo. Según la hipótesis más aceptada, se considera que las estelas eran hitos o marcadores territoriales de los distintos reyezuelos o jefes de época tartésica.

“Estela de guerrero” tartésica “Ecija II”
“Placa de Écija”

“Placa de Écija”

La “Placa de Écija” es una pieza única de la orfebrería tartésica, datada hacia mediados del siglo VII a.C., en el periodo orientalizante. Se trata de una joya compleja, fabricada en oro, con una finísima técnica de granulado y filigrana. Su complicada estructura está formada por varios elementos fabricados por separado: un elemento central de base cuadrangular, compuesto por tres cajas montadas unas dentro de otras a modo de pirámide escalonada, que culminan en una lámina convexa formando una cúpula o umbo decorada con un motivo en forma de estrella; a ambos lados, sendos elementos simétricos en forma de flor de loto, que remataban con elementos esféricos calados.

La placa es un producto de la orfebrería indígena, cuyo esquema compositivo y elementos iconográficos son de influjo fenicio. Sin embargo, en conjunto componen una creación nueva y autóctona. Ha sido catalogada por la experta A. Perea como “el ejemplar más exquisito y barroco de ese periodo en toda la península ibérica, incomparable desde el punto de la complejidad estructural a cualquier otra producción orientalizante del Mediterráneo, si exceptuamos Etruria”. La pieza, cuyo uso exacto desconocemos, podría encerrar un simbolismo relacionado con las ideas del cosmos, el ciclo de renovación de la naturaleza y la reproducción del poder terrenal.

5. Escultura de toro ibero-romana del Cerro de las Balas

En la necrópolis de cremación del Cerro de las Balas (Cortijo de las Infanteas) se han encontrado tres esculturas de toros que probablemente remataron originalmente pilares de piedra. Este tipo de pilares-estela coronados por figuras de animales (toros, leones o animales fantásticos) se halla en muchas necrópolis ibéricas del Levante y el Sur de la península Ibérica. Se supone que cumplían una función mágica de protección de los difuntos, a la vez que marcaban el espacio funerario.

La necrópolis del Cerro de las Balas pertenece a una tradición ibero-turdetana, pero al menos una parte de los enterramientos se data en época posterior a la conquista romana (siglos II-I a.C.). Esto indica, por una parte, la resistencia de los grupos indígenas a la romanización y, por otra, que el tiempo de las culturas no coincide exactamente con el de los poderes políticos dominantes.

5. Escultura de toro ibero-romana del Cerro de las Balas
Ánfora olearia romana

6. Ánfora olearia romana

Écija, la antigua Colonia Augusta Firma Astigi, fue sede de uno de los cuatro distritos administrativos y fiscales (conventus iuridicus) en los que se dividía la provincia romana de la Bética. Su territorio se especializó en la producción y exportación de aceite de oliva, gracias a la navegabilidad del Genil, que permitía transportarlo hasta el puerto fluvial de Hispalis (Sevilla). El comercio del aceite, en el que Astigi fue el principal centro de todo el Imperio, convirtió a la ciudad en una de las más prósperas del mundo romano.

Entre los siglos I y III d.C. se fabricaron en alfares orillas del río millones de ánforas olearias de forma globular, en las que se transportaba el aceite hasta Sevilla (alrededor de 70 k de aceite por ánfora): primero en barcas y desde Sevilla, en naves marítimas, a Roma y todo el Imperio. El Museo guarda también una importante colección de sellos para marcar las ánforas y de asas estampilladas.

7. Cancel o reja de bronce sobredorado

En las excavaciones de la Plaza de España de Écija se descubrieron fragmentos de dos tramos de una reja, cancel o elemento decorativo de bronce sobredorado con pan de oro por una de sus caras, que todavía conservaba en la base una capa de plomo para fijarla en su lugar original. Posiblemente formaron parte de la decoración del templo de época augustea, bien colocados sobre el podio, o bien fijados en su coronación.

Esta pieza es un ejemplo único, ya que no se han conservado otras similares en ningún territorio del imperio romano. Es un buen testimonio del esplendor de los templos y edificios públicos de la Colonia Augusta Firma Astigi, que fue una de las ciudades más importantes de Hispania.

Cancel o reja de bronce sobredorado
La “Amazona herida de Écija”

8. La “Amazona herida de Écija”

La escultura de la Amazona herida fue encontrada en 2002 dentro de un estanque romano, durante las excavaciones en la plaza de España de Écija. Mide 1,85 m, más la altura del pedestal, y fue originalmente tallada en un solo bloque de mármol griego. Es una obra extraordinaria a nivel mundial, por encontrarse prácticamente completa, por su gran calidad escultórica y también –y de manera excepcional– por conservar vestigios visibles del color con el que fue terminada.

En cuanto a su clasificación artística, se trata una copia romana (fechada en el primer tercio del siglo II d.C., a fines de la época adrianea) de un prototipo del clasicismo griego del siglo V a.C. comúnmente denominado amazona sciarra. De este mismo modelo se conservaban otros tres ejemplares en importantes museos (Metropolitan de Nueva York, Museos de Berlín, Gliptoteca Ny Carlsberg de Copenhague), pero la de Écija es la única aparecida fuera de Roma, la más completa y la única que conserva trazas del colorido.

9. Mosaico báquico del “don del vino”

Las excavaciones arqueológicas en la Astigi romana demuestran que la mayor parte de las casas urbanas (domus) tenían ricos suelos de mosaicos policromos. Un ejemplar excepcional es este mosaico con cortejo báquico, que narra el mito según el cual el dios Dionisos reveló a un pastor el secreto de la fabricación del vino. Datado en la segunda mitad del siglo II d.C., destaca por su rica policromía, con teselas de vidrios de diversos colores, y por el cuidado tratamiento de sombreado y modelado de las figuras, en una técnica artística que se asemeja a la del impresionismo o el puntillismo.

El conjunto de mosaicos romanos del Museo Histórico Municipal de Écija es uno de los mejores de Hispania, y da buena idea del nivel económico de las élites urbanas, enriquecidas con el comercio del aceite, de su gusto por las suntuosas decoraciones de sus casas.

Mosaico báquico del “don del vino”
Esqueleto del cementerio andalusí de la Plaza de España

10. Esqueleto del cementerio andalusí de la Plaza de España

En la plaza de España de Écija se excavó un enorme cementerio con alrededor de 40 enterramientos cristianos, de época tardoantigua y visigoda, y más de 4.000 individuos de época musulmana (siglos VIII-mediados del XIII d.C.). Conservados en el Museo de Écija, componen la colección antropológica más grande del mundo procedente de un solo yacimiento.

En el Museo se ha reconstruido uno de los enterramientos tal y como fue descubierto, en la posición característica del ritual funerario islámico: reposando sobre el costado derecho (decúbito lateral derecho), dentro de una fosa estrecha revestida con adobes, con la cara dirigida hacia el Sudeste, es decir, orientada ritualmente –como la oración– hacia la ciudad santa de La Meca.